Ocho millones de sueños…

Ocho millones de sueños…

Hay un sinnúmero de ideas, de pensamientos que se meten en tu mente y en tu corazón, y achican tu deseo de aspirar, de soñar, de visualizar cosas grandes. Uno de los problemas son las circunstancias a tu alrededor. Cuando miras el contexto en que vives, haces conclusiones y análisis que detienen tu fe, tu deseo de soñar y tu capacidad de tomar acción para que esos sueños se hagan realidad.

En tu país, a pesar de las dificultades que estés viviendo, tú puedes tener un avivamiento individual, personal en muchas áreas, incluyendo la económica. En Israel, había muchas viudas, pero a una fue enviada el profeta. Esa viuda vivía en un contexto de crisis económica, y recibió la multiplicación de los recursos que ella tenía. Dios puede, en una ciudad donde el contexto social y político no ha cambiado, bendecir la vida de una persona. Esa persona puedes ser tú, si le crees a Dios, tomando esta palabra por cierta, por segura, y le permites a tu corazón soñar y aspirar a las cosas que Dios tiene para tu vida.

“11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” Jeremías 29:11

Este verso toma mucho valor y fuerza cuando entendemos el contexto. Esta palabra fue dada a un grupo de personas que fueron llevados cautivos a Babilonia. Jeremías 29 no fue escrito para describir personas que podían soñar porque tuvieran un contexto bonito, placentero que les llevara a soñar. Dios les dice que aspiren, que sueñen, que deseen, que quieran cosas, que aspiren a lograr cosas grandes, a personas que específicamente fueron transportadas como esclavos a una ciudad. Ese era el contexto social y político.

“Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió de Jerusalén a los ancianos que habían quedado de los que fueron transportados, y a los sacerdotes y profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalén a Babilonia” Jeremías 29:1

No permitas que te hagan creer que no debes soñar, creer, visualizar cosas grandes por las circunstancias que estás viviendo. Tú no tienes que adaptarte al sufrimiento, al dolor, al problema que tienes en este momento en tu país. Esta promesa fue dada a personas que se encontraban en un contexto muy difícil. No importa tus circunstancias, el contexto en el que estás viviendo, esta promesa de parte de Dios es para ti.

Queremos orar contigo, creerle a Dios que tus sueños se van a cumplir, que en esta próxima década vas a ver cada uno de ellos manifestados.

Esa promesa de Jeremías 29:11, si la vemos fuera de contexto, pudiéramos pensar que simplemente por desear o esperar cosas, es que entonces se va a cumplir la promesa de Dios sobre tu vida, pero no es así; hay que tomar unas acciones.

“5 Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. 6 Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. 7 Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz. 8 Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni atendáis a los sueños que soñáis. 9 Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre; no los envié, ha dicho Jehová. 10 Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. 11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.” Jeremías 29:5-11

El fin que tú esperas, no llega simplemente por esperarlo, sino por las acciones que tomas. No es desear que te vaya bien, sino que Dios dice que es cuando –en medio de tu crisis – tú tomas acciones que demuestran que estás creyendo, en expectativa, en fe, en la promesa que Él ha dado, que entonces Él te da el fin que tú esperas.

Dios le dice al pueblo que estarían un tiempo en esclavitud, y que Él los sacaría. Pero, si Dios ya dio esa palabra, ellos debían comenzar a tomar acción. Si tú crees esta palabra, a pesar de que hoy estés esclavo, diles a tus hijos que se casen, que tengan hijos; prospera, compra casa, multiplícate, no te disminuyas. Si crees la promesa de que Dios te va a librar, acciona. No pospongas tus planes porque Dios dice que esa no es la forma correcta de pensar. No es por tener un buen deseo, una expectativa, que se va a cumplir; tiene que haber acciones correspondientes para que entonces se pueda manifestar esa promesa. La persona que dice que nada va a cambiar y no tiene expectativa de que la promesa de Dios se cumpla, esa persona se limita a hacer planes hasta que algún día Dios los liberte. Eso no es fe. Si tienes que esperar que Dios haga las cosas para entonces soñar ya después que todo cambió y entonces comenzar a hacer tus planes, estás posponiendo tus sueños, tus metas, tus visiones, porque simplemente estás esperando que esté la atmósfera, el clima social correcto para tú poder soñar y aspirar a las cosas que Dios tiene para ti. Eso no es lo que Dios desea. Él dice: Cree mi palabra, yo te voy a libertar, los tiempos van a cambiar.

Tu vida va a cambiar. Quizás la situación de tu país tome un tiempo en lo que cambia, pero no puedes detener tus planes. Dios le dice a un pueblo esclavo: Sueña, edifica, prospera, cásense; yo los voy a libertar y les voy a dar el fin que esperan.

Este verso es poderoso si tú entiendes el contexto en que se dio y que no es por esperar que van a pasar las cosas, sino por las acciones que demuestran tu confianza y seguridad en que Dios va a cumplir lo que Él te prometió y te va a dar el fin que estás esperando.
DIOS ES FIEL !

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