Las millas de la gracia.

Las millas de la gracia.

Tienes que ser iluminado, y solo Dios te puede iluminar; pero no basta con ser iluminado. Ahí es que empieza la batalla porque ahora sabes lo que tienes mal, y te encuentras en que lo que quieres hacer no lo haces, y lo que no quieres hacer eso haces. No quieres vivir así, caminar así, pero te preguntas cómo hacerlo. Tienes que entender el poder de la gracia de Dios, y tienes que aprender a depender de la gracia, que es el poder de Dios sobre tu vida.

“21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,” Romanos 3:21-24

Todos pecamos, no hay diferencia. La versión en inglés dice que todos hemos pecado y nos hemos quedado cortos de la gloria de Dios. Considera esta analogía: Dos personas se montan en un barco y van unas cincuenta millas mar adentro y el barco se daña, y la única solución es nadar. Una de estas personas puede nadar cuarenta millas, la otra, diez. Aunque uno llegue más cerca de la orilla que el otro, ambos se ahogarían, solo que uno primero y otro después. Ambos se quedarían cortos. Todos nos quedamos cortos. Pero cuando uno se queda corto, le pasamos por el lado y le decimos adiós y nos sentimos mejores cristianos porque llegamos más lejos, nos sentimos más santos y criticamos y condenamos al que se quedó corto, al que le descubrieron las cosas antes que a ti; sin darte cuenta que todos estamos cortos. Y lo que hace la diferencia es la gracia de Dios. No importa cuántas millas tú nades porque la gracia que hace que unos naden las diez millas que le falten, es la misma gracia que hace que otros naden las cuarenta restantes. Todos un día vamos a necesitar decir: Dios me tiene que ayudar a vencer este problema. Y Dios te ayuda a llegar al otro lado.

Cuando tú veas a alguien que se quede atrás, piensa que tú también te estás quedando corto, que te vas a ahogar, y que esa persona necesita de la misma gracia de Dios que tú necesitas para llegar a puerto seguro, para llegar al otro lado.

¿Cómo trabajas con tu vida? Se te ilumina el pensamiento y ahora sabes lo malo que tienes que corregir y lo bueno que tienes que hacer; estás en esa batalla, rompiendo ese vicio ya por quince días; por quince días has podido, pero el dieciséis necesitas de Dios. No se trata de que no te expongas, sino de que aún así Dios te dé la fuerza. En el día quince, pudiste con tus fuerzas, pero el dieciséis te levantas y dices: Señor, si tú no me ayudas, no paso este día. El día que te quedes corto, tienes que decirle: Señor, si tú no me llevas al otro lado hoy, no voy a poder llegar; necesito que tu gracia me lleve al otro lado. Puede que de siete días, cuatro te levantes con ánimo; los otros tres, tú tienes que decir: El gozo del Señor es mi fortaleza.

Nadie es perfecto, todos nos hemos quedado cortos, pero cuando te quedes corto, depende de la gracia de Dios sobre tu vida. Pídele al Señor que te ayude a resistir, a no hacer las cosas incorrectas. Has podido cierta cantidad de tiempo en tus fuerzas, pero llega un punto que tienes que decirle al Señor: Si tú no me ayudas, no lo voy a pasar. Solo Dios te puede llevar al otro lado y darte la victoria.

Que Dios te ilumine y te muestre lo que está mal, para que no vivas enajenado porque por mejor que estés haciendo las cosas, siempre hay cosas que corregir. La gracia de Dios está disponible para ti, para terminar esta semana en victoria, en bendición. En vez de estar peleando con la gente, ora y deja que el Espíritu Santo sea quien los convenza. En vez de estar argumentando con la gente, ora para que Dios traiga paz. Razonar es muy difícil; solo Dios lo puede hacer. Depende de sus fuerzas. Y si cedieras ante alguna presión, cuentas con la gracia de Dios.

Decide hoy que tú no vas a permitirle a tu carne, a tu mente, que te lleve a hacer lo que no quieres. Dile a tu mente que tú te vas a mantener haciendo lo que Dios te dijo que hicieras, aunque no lo quieras hacer. Agradece a Dios porque cuando te has quedado corto, su gracia te ha llevado siempre al otro lado.
DIOS ES BUENO!!

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