¿Estás viviendo en el milagro o la bendición?

¿Estás viviendo en el milagro o la bendición?

Hay mucha diferencia entre milagros económicos y bendición económica. Y es importante que tú conozcas estas diferencias para que escojas hoy si vivir de los milagros de Dios, o de la bendición de Dios.

Los milagros siempre llegan en una crisis. La única razón por la que tú necesitas un milagro, es porque hay una crisis. La bendición te evita las crisis. Cuando tú caminas en bendición, no hay crisis a tu lado porque, sin importar lo que pase, a pesar de las crisis a tu alrededor, tú vives en bendición, tienes resultados que otros no tienen. Es importante entender el plan de Dios; diezmar, ofrendar, reposar, entender el sacrificio de Cristo, entender que Dios tiene algo óptimo para ti, porque si tú necesitas un milagro es porque tú estás en crisis. La gente entra en crisis por muchas razones; malas decisiones, propias o ajenas; por la economía o circunstancias a tu alrededor; pero el que camina en bendición, no vive en crisis. No es que no vaya a haber dificultades, pero vive con seguridad y confianza, y las cosas terminan saliéndole bien. La persona que necesita un milagro es aquella que cayó en una crisis.
Los milagros vienen en cantidades limitadas, en pequeñas cantidades. El maná era temporero, pero la bendición de Dios sobreabundaba. Dice la Biblia que el maná no se podía guardar para el día siguiente porque se dañaba; así que tenías que acostarte, creyendo que mañana habría maná. ¿Podrías tú dormir tranquilo así todos los días? Por eso es que la gente tiembla cuando cambia el gobierno; porque, para ellos, de eso depende el maná que va a caer. La bendición te lleva a vivir en abundancia; no es en pequeñas cantidades. Dios tenía provisión para el pueblo por 1 año cuando entraron a la tierra prometida; y nunca más tuvieron que esperar por el maná; ahora era abundante, los granos se podían guardar. Tú deberías aspirar a tener ahorros; no para depender de ellos, ni para descansar mejor meramente porque los tengas, sino para que puedas vivir en otro nivel, y no tener que estar todos los días pendiente a qué va a pasar. Cuando tú vives en bendición, no es pequeño; las cosas comienzan a ocurrir a otro nivel.
Los milagros son para ti, pero los bendecidos siempre pueden ayudar a otros. Dios le dijo a Abraham: Te bendeciré, y tú serás bendición, y en ti serán benditas todas las familias de la tierra. El que necesita un milagro está pensando en sí mismo, y el milagro que recibe es para sí mismo. Un día, tú llegas a la casa del Señor con la mano extendida; pero tiene que llegar el día en que tú llegues con tu mano extendida de otra manera, no para pedir, sino para dar; porque Dios te haya bendecido tanto que tú puedas dar a otro, bendecir a otro, colaborar con otro; que, cuando la gente te vea a ti, pueda ver bendición a través de ti.
Los milagros son temporeros, pero la bendición es eterna. Tus hijos no pueden heredar un milagro tuyo, pero sí pueden heredar tu bendición. Un milagro que Dios te dé a ti, tus hijos no lo pueden heredar, pero la bendición en la que tú camines, se las puedes transferir a ellos. Por eso, en el Antiguo Testamento, lo que se transfería era la bendición. Elías lo que le transfirió a Eliseo fue la bendición. Jacob lo que le transfirió a sus hijos fue la bendición. Abraham lo que le transfirió a su hijo, Isaac, fue la bendición. Y, cuando Dios le habló a Jacob, lo que le dijo fue que Él le había dado una palabra a su padre y a su abuelo, Abraham e Isaac, y Él la iba a cumplir con Jacob; porque Dios no hereda milagros, pero sí hereda bendiciones. La bendición de Dios se puede transferir. Cuando tú crías tus hijos con una consciencia de bendición, sus vidas son totalmente diferentes porque no están buscando depender de nadie, no buscan extender su mano para tomar; son gente que siembran, que dan, que obedecen a Dios, que producen, que trabajan; saben que, cuando Dios les ha dado una palabra, Él va a cumplir. No es que no pasen por problemas, pero mientras caminan por esas dificultades, las convierten en prosperidad. Dice la Biblia: Atravesando el valle de lágrimas, lo cambian en fuente; irán de poder en poder y verán a Dios en Sion. Esa es la generación que tú tienes que levantar; gente empoderada, que le crea a Dios, que camine con Dios. Lo que tus hijos van a recibir de ti es la bendición; y esa bendición es la unción espiritual que tú cargas, es tu consciencia, tu manera de pensar, de ver las cosas. Todo esto se transfiere, mientras que los milagros no son eternos, sino temporeros. Un milagro que Dios haga contigo, no se los puedes pasar a tus hijos; puedes pasarle el resultado del milagro, pero no el milagro como tal. La bendición sí la puedes pasar. Y Dios te ha llamado a transferir bendiciones a las generaciones.
¿Por qué entrar en el sistema de Dios? ¿Por qué diezmar? ¿Por qué reposar? Porque la bendición se obtiene por obediencia. Tienes que reposar, por obediencia. Tienes que diezmar y ofrendar. Tienes que amar a Dios por encima de todas las cosas. Podrías seguir trabajando un rato más, pero Dios dijo que descanses. Tienes que descansar. Dios dijo al pueblo de Israel que trabajara la tierra 6 años y el 7mo descansara. La tierra seguía siendo buena, podía producir; pero Dios dijo que descansaran, y tenían que hacerlo por obediencia. Cuando te pones a pedir explicaciones, o a seguir trabajando la tierra cuando Dios te dijo que descanses, no vives en bendición.

Tú cuidas de tus hijos, porque son tus hijos. Procuras, en la manera que puedas, dejarles algo; educación, por ejemplo. Pero, si quieren lo óptimo de ti, tú les requieres que obedezcan. Y así es Dios. Él puede cuidar de ti, sin tú diezmar y ofrendar; Él te da maná. ¿Por cuánto tiempo? Al pueblo de Israel, se lo dio por 40 años. ¿Por cuánto tiempo lo necesitas tú? ¿40 años? Lo que tú tienes que saber es que, cada vez que comas maná, no estás comiendo lo óptimo de Dios. Lo óptimo viene cuando tú entras en contacto con Él, y eres tú con Él haciendo, trabajando, esforzándote; entonces, la bendición de Dios camina contigo.
DIOS ES BUENO !!

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